Las relaciones que existían entre Egipto y Asiria crearon varias formas hieráticas similares en Nínive y Babilonia, de las que he dado ejemplos en mi Histoire abrégée des beaux-arts [Historia abreviada de las bellas artes en todos los pueblos y todos los tiempos, París, Didot, 1878]. Lo mismo ocurre con los instrumentos musicales. El bajorrelieve de Kojoundjik, encontrado por Layard en las ruinas de Nínive, muestra una interesante imagen de una procesión solemne. Hay veintiséis músicos. El primero de la fila, que parece ser el líder, toca el arpa. Le siguen dos músicos; uno toca la flauta doble, el otro el santir, una especie de salterio con cuerdas metálicas que golpea con un palo, similar al trigón o al kinnor; luego vienen dos arpistas. Sólo estas cinco figuras tienen largas barbas rizadas.

 

Les siguen cuatro arpistas y otros dos músicos, uno de los cuales toca una flauta doble y el otro un pequeño timbal, que todavía se llama toubla en Egipto. Los cantantes pueden ser reconocidos por sus aplausos. Forman un coro de nueve niños pequeños, acompañados y dirigidos por seis figuras imberbes, mujeres o eunucos. Lo que hace que la visión de este bajorrelieve sea aún más interesante es que demuestra que David simplemente seguía una costumbre hierática al danzar delante del Arca de la Alianza.

 

Podía haber dejado que los levitas lo llenaran y no someterse a las burlas de Míchol, que le acusaba de violar su dignidad real al presentarse así ante su pueblo; prefirió dar ejemplo de su celo por el honor del Altísimo. Incluso parece que Dios quiso conservar las altas prerrogativas de la música en la persona de David, elevándolo de simple pastor a héroe conquistador y bardo exaltado, y haciendo del vencedor de Goliat un rey poderoso y el mayor letrista del mundo.

 

En este bajorrelieve, los dos primeros arpistas y el santirista tienen las piernas levantadas, mientras que todos los demás caminan muy quietos, como se puede ver por la longitud uniforme de sus túnicas persas. Los tres primeros, en cambio, tienen la túnica levantada por encima de la rodilla. No creo que sea posible perderlo:

 

 

 

Danzan ante la procesión, igual que David debió bailar ante el arca. Pero, ¿por qué estos niños? ¿A dónde van? ¿En honor a qué deidad están aplaudiendo al compás? ¿Podría ser esta deidad Moloch, Saturno de los fenicios, asirios y caldeos? Uno se estremece al pensar en una procesión de sacrificios humanos ante nosotros. Que estas nueve criaturas inocentes sean encerradas en la estatua de bronce de este colosal ídolo y quemadas al son de estas arpas, de estas flautas, de estos himnos, de estos cantos, de estos rítmicos salmos con palmas. Qué ciertas son las palabras de San Jerónimo: «¡De todos los animales el hombre es el más cruel!

 

 

Es evidente que los instrumentos musicales de los asirios los tomaron prestados de los egipcios, los hebreos y los fenicios. Entre los instrumentos de cuerda, los bajorrelieves muestran: un arpa de doce cuerdas calcada del nebel hebreo; sabecha, un pequeño tiple de cuatro cuerdas de origen fenicio; un gran tiple de nueve cuerdas parecido al kinnor hebreo; un cither de cinco a diez cuerdas cuyo origen es egipcio; bissar, una especie de lira afinada en quintas y quintos: Este instrumento se asemeja al kinnor que los hebreos capturados colgaban en las flechas a orillas del río Babilonia, cuando recordaban con dolor las calamidades de Sión. Un bajorrelieve de Nínive muestra a un músico tocando el tanbourah, un instrumento de cuello largo conservado por los árabes.

 

Kissar o lira asiria, tambourah, flauta doble de Tiro.

La flauta doble, de origen fenicio, que los hebreos llamaban nekeb, la machrokitah, que no es más que una siringe, y la trompeta vertical son los únicos instrumentos de viento que han sobrevivido. Debo añadir, sin embargo, la soumponiah, que creo que procede de Grecia, porque su nombre se asemeja al de sinfonía, y que es una gaita que produce notas simultáneas, y que encontramos en Italia, como ya he dicho, con el nombre de tibia utricularis, y hasta en Escocia con el nombre de pibrock.

 

Pisantir o psanterin o santir, cithares, tambor vasco, platillos. (Bajorrelieve de Kojoundjik.)

Entre los instrumentos de percusión se encontraban el tambor redondo y el plano, el pisantir o psanterin, un instrumento de cuerdas metálicas que se golpeaba con un palo, los timbales, los címbalos, llamados tselzelim en la Biblia, y las campanas de bronce.

 

Los príncipes asirios y los reyes persas contaban con un gran número de músicos que cantaban y tocaban diversos instrumentos que completaban el lujo de los príncipes asirios y los reyes persas.

 

Daniel nos ha dejado una descripción de las fiestas en honor a los ídolos que se celebraban en Babilonia. En los dibujos de los bajorrelieves asirios publicados por Rawlinson, siempre y en todas partes se ven arpistas o santiristas, en las cacerías reales, en las fiestas y en los sacrificios; son pocos, pero los autores informan de la presencia de ciento cincuenta músicos en los palacios, mientras los sátrapas y los gobernadores iban a las orgías babilónicas.

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